Veo el mundo entre volutas

Impresionante, impactante, profunda, terrorífica, gran dirección y mejor interpretación, cine en estado puro, y más calificativos son los que se me ocurren, de momento, en relación a la opera prima de David Slade.

Es una película de primeros planos, de planos-secuencias milimetrados y un montaje armónico, el más adecuado sin duda, para expresar una historia que es un duelo continuo entre los protagonistas. Es una película de sugerencias, un thriller terrorífico en que nunca se llega a ver una gota de sangre ni una escena escabrosa. El espectador es el que trabaja, o mejor dicho, su imaginación, y sale del cine teniendo argumentos para ponerse del lado de cada uno de los dos protagonistas.

El tema de esta terrorífica película que recibiera el Primer Premio del Festival de Sitges de 2005 es el de la idea de la venganza, y los posibles errores al confundir personas inocentes con asesinos. Se apoya en dos puntales: lo que no vemos pero intuimos, y lo que se le pasa por la mente a Eileen, la protagonista femenina, un cruce entre vengadora justiciera y la ya "clásica" Lolita de Nabokov.

Desde el primer plano, un encuentro virtual a través de un chat, hasta el final del film, el simbolismo y los dobles sentidos se establecen como base del recio duelo interpretativo a muerte entre los dos protagonistas absolutos. Este duelo tiene reminiscencias "poéticas" en "Caperucita Roja" (sólo hay que ver el cartel), y, aunque no por temática, en el duelo de "La huella". Como en aquélla película los actores brillan de forma rotunda, y en particular por su juventud, Ellen Page, quien me da la impresión dejará atrás rápidamente a otras actrices juveniles como por ejemplo, Natalie Portman.

Para acabarlo de rematar, película de ínfimo presupuesto (prácticamente hay un único escenario en toda la película y sólo cuatro actores, dos de los cuales ocupan el 99% del metraje) que trata el escabroso tema de la pedofilia...

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