"... Lo que los españoles encontraron al otro lado, lo que el gobierno francés -que no su pueblo- les ofreció cuando se vio obligado a abrir las fronteras (miles de ancianos, heridos, mujeres y niños llevaban días y noches en enero, en el pirineo esperando aglomerados en los puestos fronterizos) fue, después de desarmarlos, fichar a los cuadros políticos y separar a la familias, encerrarlos en improvisados campos de concentración. A una pequeña minoría de niños, mujeres y ancianos los llevaron a albergues y refugios, al resto los dividieron por campos de concentración que fueron multiplicando por todo el sur de Francia (en el de Saint-Cyprien llegaron a hacinar a 90.000 personas). Campos alambrados con púas, sin ninguna protección a un frío inmenso, hambre, sed, miseria, sin ninguna condición sanitaria ni siquiera higiénica, y ser ¡vigilados! por tiradores senegaleses; ¡castigos, celdas de aislamiento, y campos especiales y centros de internamiento para los más "peligrosos"! ..., todo con la única y nada improvisada intención de humillarlos, despojarlos de lo que les quedaba y acabar de aplastarlos o que volvieran a su país. Habían sido obligados a huir, pero seguían siendo rojos, y la política del gobierno francés era absolutamente pusilánime y capitulacionista ante el nazismo. Lo llevaban demostrando desde 1936 con la política de no intervención..."
"Los Rojos Españoles".
M. R. Pérez Núñez. (Agosto 2004)
¡Cómo cambian los tiempos!
Senegal acusa a España de maltratar a sus inmigrantes y frena las repatriaciones
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