Interesantes las cuatro visiones planteadas sobre Pasqual Maragall en el Periódico de hoy. Cuatro visiones, que denotan a un político nato de los que pocos quedan (si es que queda alguno) y un personaje poliédrico que pasará a la historia como el artífice de dos hechos que marcarán el desarrollo de Barcelona (Juegos Olímpicos de 1992) y el Estatut que regirá las relaciones de este país con una España plural, si es que las "fuerzas vivas" de la derecha o incluso de cierta izquierda, no lo impiden. Un político que ha sabido conjugar el ser catalán, el ser catalanista-no-nacionalista (algo que lo malentienden más allá del Ebro) y ser de izquierdas. Un político que ha sido el primero desde la restauración de la democracia en este país, en gobernar en coalición, y pese a todas las dificultades internas y externas, ha conseguido tirar adelante sus objetivos. Un político que "abrió" España a una nueva forma de hacer política, forma, que, no olvidemos, nació en los últimos meses del político más nefasto (a mi entender) que ha pasado por este país, en décadas (José María Aznar). Un político que ha cometido errores, como cualquiera, pero que se los han hecho pagar, a mi entender, de forma excesiva, cuando otros impresentables, pululan dando clases en universidades extranjeras o a sueldo de magnates mediáticos de la ultraderecha.
Pasará a la historia, sin duda, pero me da la sensación de que todavía no ha dicho ni hecho todo lo que tenía que decir o hacer. ¿Seguirá alguien el camino que ha iniciado?
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