ROSA Regás
Escritora y directora de la Biblioteca Nacional
Cuando Mariano Rajoy, desoyendo lo que estipula la Constitución en lo concerniente a los estatutos, inició una campaña para recoger firmas para pedir que fueran todos los españoles los que se manifestaran en pro o en contra, puso de manifiesto qué poca confianza le inspira la democracia parlamentaria, según la cual son los diputados en representación de la población que los ha elegido los que debaten, aceptan o rechazan el texto, como lo han hecho con el Estatut de Catalunya y el de Valencia, y como harán con el de Andalucía.
Me llamó tanto la atención la instauración de este curioso referendo después de haber rechazado el de Juan José Ibarretxe por inconstitucional, que decidí comprobar por mí misma si lo que escondía toda esta parafernalia puesta en marcha en todos los rincones de España se debía, como decían los susurros y apuntaban los rumores, a la voluntad de enfrentar cuantos más ciudadanos mejor contra Catalunya.
Y así fue cómo lo constaté: cuando me acercaba a las mesas petitorias de Madrid preguntando si era allí donde se firmaba contra Catalunya, ni una sola vez me fue desmentido, ni nadie me pidió el carnet de identidad ni hubo quien comprobara si yo era la persona con el peculiar nombre con el que firmaba.
Lo que no alcanzo a comprender es qué esconde todo este montaje para la política del PP. Pero así es.
Más, aquí y aún más... MAÑANA!!
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