Eran las últimas semanas del otoño, las últimas, aunque parecía que hiciera tiempo que hubiéramos entrado en el período invernal dado el notable descenso de temperaturas y el aumento creciente de mensajes navideños. Estos últimos se hacían notar primero en la publicidad televisiva y luego en la decoración luminosa de las grandes ciudades. A partir de la festividad de "todos los Santos" también conocida con el más fashion sobrenombre de Halloween, el desfile de anuncios de perfumes, electrodomésticos de dudosa utilidad o juguetes no sólo para niños no pararía hasta casi la misma vigilia de Reyes. Algo similar cabía esperar del gasto eléctrico. Eran esos días cuando a Isthar, se le ocurrió la idea de convocar a sus lectores a un concurso de cuentos de Navidad. Yo que la visito siempre que puedo y comento siempre que se me ocurre algo razonable que comentar, conocí de ese planteamiento y, en seguida me sentí interesado. Como soy de naturaleza prudente, preferí no aceptar el reto hasta no sentirme un poco relajado de las obligaciones laborales, cosa que conocí con una cierta fiabilidad hará aproximadamente una semana.
Los temas navideños son temas más que trillados en el género de cuentos. Es difícil hacer algún planteamiento que no lo hayan tratado antes que cualquiera de nosotros decenas sino centenares de escritores profesionales con unos niveles de calidad que probablemente dejen por los suelos cualquier burdo intento ya no de hacerles sombra sino siquiera de tratarlo con una cierta decencia. Por otra parte, las adaptaciones son aún más peligrosas, porque salvo si no es realmente bueno, el original deja "tu" adaptación a una altura más bien baja. Pese a estas premisas, aposté por el tema porque un cierto interés suicida, a veces, parece rondarme por la cabeza. De hecho, antes incluso de aceptar el reto estuve haciéndome mis brainstormings privados, vulgarmente llamados "pajas mentales" sobre qué tema podía tratar que no cayera demasiado en lo tópico. ¿Y qué es lo tópico en estos cuentos?, pues, sin lugar a dudas, los buenos sentimientos, el final moralizante, las vidas de seres aburridos, quizás inadaptados o incluso con malos sentimientos, a los que en un momento determinado de su existencia, que generalmente coincide con las fechas navideñas, les ocurre algo que les hace ver que por ese camino no van bien y que deben cambiar de rumbo en sus patéticas vidas y encarar la senda del bien, para hacer felices a los demás y de paso a ellos mismos. Mister Scrooge sería el paradigma de todos ellos. Los tratados Chick, serían otro ejemplo más moderno pero además con unas no disimuladas pretensiones evangelizadoras. Hay cuentos más modernos pero que, en el fondo, no hacen más que redundar en esos viejos paradigmas. Un ejemplo es el cuento que se explica en la película Smoke con guión de Paul Auster, sobre un estanquero, al que roba un chaval, dejándose olvidada su cartera en el lugar de los hechos, el estanquero la coge y va a la casa del tipo, con pretensiones de hacer su buena obra navideña. Allá, no se encuentra con el individuo sino con su abuela ciega, una pobre mujer que vive sola y que lo confunde con su nieto. El estanquero no le saca de su error, se apiada de ella y se queda a hacerle compañía en un día en que ni los peores criminales merecen estar solos, y celebra con ella la Navidad. Otro ejemplo es el pequeño cuento de "Los muertos" de James Joyce, magistralmente realizado en el testamento cinematográfico de John Huston, "Los dublineses: los muertos". En este film, en medio de una animada fiesta de la Epifanía, el sobrino de las anfitrionas de la casa donde tiene lugar la celebración, contempla cómo una canción sentimental parece emocionar profundamente a su mujer Gretta. Cuando han dejado la fiesta, Gretta explica a su marido que la canción le ha recordado a un amor adolescente fallecido muchos años atrás. La nostalgia de la juventud, la necesidad del recuerdo, la pasión misma de la memoria, sentimientos todos ellos evocados en la fría noche dublinesa, en particular cuando la cámara enfoca a la ventana y permite observar la caída de los copos de nieve al tiempo que se escucha una voz en off que cierra el relato. Ninguno de estos cuentos, ni el cuento de Navidad de Mister Scrooge, ni Smoke ni el cuento de Joyce, hablan del día después de Navidad, sino de la bondad, la ternura, los recuerdos, la nostalgia, etc ... como si el fin de los tiempos aconteciera el mismo día de Navidad.
Con ese planteamiento empecé a ponerme nervioso, porque, ¿sobre qué escribir, entonces?, por una parte quería intentar evitar los tópicos, por otra, por más imaginación que le pusiera, quería inspirarme en temas que me fueran familiares. Ya me podéis imaginar las últimas semanas, cavilando sobre temas de los que escribir. Pensé si escribir sobre mí mismo, sobre mis historias de amores-desamores, sobre mis tristezas y alegrías teniendo como eje central a las fiestas navideñas. Sobre lo que he aprendido y aún debo aprender del sentido de la vida. O quizás escribir sobre las vidas de otros que me son cercanas, sobre los aspectos positivos y los negativos de algunas de estas vidas. Sobre algún momento de "iluminación", necesariamente navideño, que hace que esas vidas que me son familiares o yo mismo, podamos cambiar de estilo de vida como por un acto milagroso, culminando el cuento con la celebración de la Navidad, todos sentados a la mesa y todos en un ambiente cálido, familiar, repleto de buenos sentimientos.
De esta forma estuve las dos últimas semanas, alternando mis males de cabeza profesionales a diario, mi vida social y mi vida familiar, dándole vueltas al tema. He fumado muchas pipas, he probado tabacos aromáticos y tabacos de gran fuerza nicotínica, al tiempo que escuchaba de forma sosegada e inspiradora las experiencias vitales de piperos de pro o de simples noctámbulos cuya vida parece que discurre poco más allá de las juergas de todo el año y cuya máxima ambición es que esas juergas se intensifiquen en estas fechas, temas que curiosamente aspiran a prolongar sin más pretensiones en los años venideros. En todas estas historias del día a día hay muchos motivos de inspiración pero, ¿sobre qué podía escribir que además no resultara pretensioso, pedante, que me colocara en una órbita superior del resto de mis congéneres, en particular de las historias personales que conocía de siempre o aquellas que había oído recientemente, y además no sonara a demasiado tópico?. Finalmente me decidí ayer mismo, in extremis, después de la sobremesa navideña, sintiéndome pletórico de "espíritu navideño".
Hace cuatro años por estas fechas no pudimos celebrar unas fiestas convencionales pues mi padre, que por entonces contaba 79 años, estaba gravemente enfermo. Pasó Navidad, pasó San Esteban y mi padre había empeorado notablemente. Estábamos a la espera de unos resultados de un análisis, una ecografía que le habían hecho para discernir el mal que afectaba a su viejo colon. Esperando los resultados se puso peor y el día 28 de Diciembre lo tuvimos que llevar a Urgencias. Después de horas de darle vueltas de un lado a otro del hospital, padeciendo él y padeciendo su familia, en particular mi madre, con quien llevaba toda una vida de convivencia, nos dijeron a la una de la mañana de un 29 de Diciembre que se lo quedaban en cuidados intensivos, a la espera de seguir haciéndole exploraciones. Al día siguiente, relativamente más tranquilos pues lo sentíamos cuidado por los médicos, acudimos a ver si sabían qué problema le aquejaba. Nos encontramos a mi padre sondado por todos los lados pero relativamente tranquilo dada la cantidad de Nolotil que circulaba por sus venas y su talante, de natural optimista. Un cuadro esperanzador sobre todo si se considera que estaba rodeado de camas de las que salían de tanto en tanto quejidos de dolor, cuando no venían a toda prisa grupos de enfermeros por algún problema grave que habían detectado en sus monitores. El médico nos llamó a un aparte y nos comunicó que mi padre tenía un gran tramo del colon infartado y, de hecho gangrenado, que no había más remedio que operar, extirpar el tramo muerto, confiar que no hubiera nada más (su hermano había muerto unos años antes como consecuencia de un cáncer de colon) y que, dada su avanzada edad, su cansado cuerpo soportara el procedimiento quirúrgico y el postoperatorio. Teníamos que dar nuestro permiso para operar o los médicos no garantizaban que llegara a pasar al año siguiente. Evidentemente dijimos que sí. Ahorraré detalles. Cuatro años después, ayer, 25 de Diciembre del 2005, nos sentamos a la mesa, mis padres, mi hermana y yo. Ciertamente no es una gran cantidad de invitados pero no hacen falta más. Es más, pudiéramos haber sido menos. Puede ser tópico, pero es un cuento sobre un hecho real que aunque podría haber ocurrido en otras fechas, lo hizo en éstas. El final feliz que aconteció, espero que pueda seguir siendo tal unos cuantos años más.
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Publicar un comentario 18 volutas:
Un cuento dentro de otro cuento...
12:52 a. m.
... Para cuentos, los que constantemente sufrimos en tv en estas fechas... y como no, de los msm recibidos cada tres por cuatro en el móvil de "amigos" que no lo son...
Pura hipocresía social diría yo.
Saludos
2:51 p. m.
Ufff!, a mí no me envían SMS de este tipo (afortunadamente) pero sí e-mails con cadenas, algunas simpáticas, otras definitivamente plastas.
Estoy de acuerdo contigo, por eso yo no he explicado propiamente un cuento, sino una experiencia.
Saludos.
4:06 p. m.
Es bonito, sobre todo cuando la enfermedad o la muerte podrían haberlo impedido hace poco. Ya llegarán otros tiempos, pero mientras tanto, lo celebro.
Saludos.
5:36 p. m.
Yo tengo otro cuento real de este tipo, no igual parecido pero de diferente final y te deseo que ese final perdure muchos años mas. 1 saludo
8:32 p. m.
(:-) mirando a los ojos y tras un humeante café con leche...)
Lo podría haber escrito yo también...(suspiro), me ha emocionado el recordar... en fin...
mil y un besos
9:18 p. m.
Muchas gracias, María. Un abrazo.
Muchas gracias también a tí, Beth. ¿qué mejor motivo para recordar que una experiencia como ésa?. Podría haber hablado de lo que para mí supuso como experiencia personal: pasar varias noches en vela en el hospital. Pasear de arriba a abajo de los pasillos oscuros y oír a la gente quejarse de noche, ver el ir y venir de los enfermeros...
La noche en el hospital es tremenda!, sobre todo en estas fiestas y en pabellones de ancianos o terminales...
10:52 p. m.
Pero qué profesional eres, Pipero!!!!!! Aparte de la experiencia en sí (realmente conmovedora), me has dejado alucinada con el "antes de"... ¡¡Ahora a por el premio!!
2:20 a. m.
JAJA...no lo creo, lunarroja, pero realmente mi experiencia ha sido así. Lo primero me gustan los retos y por éso lo acepté. Lo siguiente me puse a pensar sobre qué escribir, qué hacer que no estuviera más que tratado, y lo último fue descubrir que yo mismo, a través de una experiencia reciente, ya había vivido algo digno de ser contado. El resto?, pretende seguir, modestamente, el estilo de Smoke, con unas historias completamente diferentes, éso sí....
No he escrito por el premio, he escrito porque me gustan los retos.
10:41 a. m.
Me ha encantado todo el post, me alegro de tu historia pero me has impresianado con tu preámbulo. Felicidades y feliz año nuevo.
5:55 p. m.
Después de leer tu excelente prólogo y de verme apabullado por tu sinceridad tu historia, que no deja de ser como otra cuaquiera, pasa a ser más entrañable y real que ninguna.
Me ha gustado mucho.
1:54 a. m.
Muchas gracias, white y bito. Quizás no sea un cuento "ortodoxo" pero precisamente, por lo que menciono en el preámbulo, no quise hacer un cuento ortodoxo. Diría que he hecho un cuento en otro cuento con ramalazos de "ensayo" en el cuento "preámbulo".
10:29 a. m.
Fue uno de los primero que leí, tu cuento... es verdad, es poco ortodoxo, pero tiene lo suyo, veremos que pasa en el concurso. En cuanto al mío, los nombres que vos conocés de los enanos, son los nombres artísticos que usaban cuando trabajaban en la Disney, pero en la cédula de identidad figuran con esos nombres. Es verdad, me quedó un poco largo, pero también a los internautas se les complica leer más de 3 párrafos, jajaja... son un poco vagos! No, hablando en serio, me gustó mucho tu historia y mucha M en el concurso... gracias por tomarte el trabajo de leer la mía y, bueno, feliz año para vos también! Saludos!
Mr. Hyde
8:37 p. m.
Gracias Mr. Hyde, mucha M. también para tí. En cualquier caso, pase lo que pase, ha sido divertido hacer este ejercicio.
Por cierto, cuando escribiste tu historia, la escribiste como Mr. Hyde, ¿qué hubiera ocurrido si la hubieras escrito como Dr. Jeckyll?
8:53 p. m.
Me gusta la honestidad real de tus planteamientos y de esta historia que yo también espero que se prolongue por muchos años más.
Una vez me dijeron que aunque todo esté ya dicho, seguramente mejor, la diferencia está en el pequeño matiz personal que quizá podamos aportar, aunque no siempre sea area fácil. Para mi también ha sido un reto muy duro este de los cuentos de Navidad ;)
Un besazo muy fuerte
1:49 p. m.
Gracias Isthar, un abrazo.
3:06 p. m.
Me alegra mucho que todo haya salido bien con tu padre y que aun puedas disfrutar Navidades junto a el!
Tengo un amigo que paso por algo similar esta Navidad pero no con su padre sino con su abuelo, quien sigue en una condicion critica.
Cuando me dispuse a escribir un cuento de Navidad, me ocurrio lo mismo que a ti, ya que no queria repetir las mismas historias trilladas de siempre ni mucho menos pretender imitar a Dickens. Por ello fue que finalmente me decidi por contar algo que en cierto modo habia vivido. Siempre he pensado que los mejores cuentos de hadas, son aquellos que suceden o podrian suceder en tu propia vida real pero con un toque de imaginacion.
Saludos y Feliz 2006!
3:34 p. m.
Gracias, pienso lo mismo h.g. Un abrazo y buen año!
9:12 p. m.