Veo el mundo entre volutas

"Cartas desde Iwo Jima" es un símil a pequeña escala de "Stalingrado", película alemana sobre la batalla del mismo nombre. En ambos films se reflejan las vidas cotidianas de un grupo de soldados asediados, su día a día y como la muerte de los compañeros, el endurecimiento de las condiciones, la falta de agua, etc… hacen mella en ellos. Aquí son soldados nipones a los que les tocó por destino ir a servir al "glorioso ejército imperial" en Iwo Jima, una remota, volcánica e inhóspita isla del mar del Japón, pero que estratégicamente tenía que ser la primera en ser hollada por las botas yanquis. Como cabe esperar en el siglo XXI, en esta película se muestra que no todos los nipones, eran unos salvajes que torturaban salvajemente a los prisioneros o a su propio pueblo, ni que se sentían obligados a cometer un seppuku (suicidio ritual) porque sí. Lejos de ello, presenta que tanto soldados como algunos oficiales, repudiaban bastante el papel que les tocaba hacer, pero una vez allí, no tenían más remedio que acometerlo. A través de cartas nunca enviadas pero descubiertas décadas después enterradas en una de las grutas que utilizaron en su defensa de los yanquis se reconstruye las vidas originales de esta gente en un mensaje directo a los compatriotas de Clint ("el enemigo es como nosotros", algo por otra parte ya mostrado en "Banderas de nuestros padres"). Se puede ver como a medida que el asedio yanqui aumenta, la situación de los nipones empeora, y las (humanas) reacciones que eso comporta, que no tienen porqué ser idénticas en todos los seres humanos. Se puede ver al cobarde, al suicida, al conformista y resignado, al que intenta poner orden, al que intenta salvar el honor, al que espera una ayuda del cielo, al que intenta ganarse la amistad de los futuros vencedores… Y, ¡claro!, está la visión que los nipones tienen de los yanquis, la cual va evolucionando durante las 2 horas y 20 minutos del film.

Aunque "Cartas desde Iwo Jima" puede visionarse como película independiente, si se hace en conjunto con "Banderas de nuestros padres", también de Clint Eastwood y filmada casi simultáneamente con la primera, hace que el mensaje antibelicista cobre un sentido completo, quizás como nunca se había mostrado en el cine. Son muchas las películas que han tratado sobre la inutilidad de la guerra, sobre las injusticias, sobre las barbaridades que el hombre es capaz de llevar a cabo en el sinsentido que son estas "piezas" del devenir histórico. Versiones de diferentes batallas históricas han sido llevadas al cine, con mayor o menor éxito por cineastas de los dos bandos, pero no recuerdo que nunca, un director que es de la nacionalidad del bando ganador, que ha sido conocido por su conservadurismo durante décadas, que ha hecho de "sargento de hierro", al más puro estilo "chusquero", haya sido capaz de filmar ambas visiones de un hecho histórico. Un director, que a la vez, ha sido capaz de ponerse en la piel, como nadie, tanto de los vencidos, como exprimir a extremos increíbles, la manipulación, las mentiras, la crueldad y el salvajismo y, por tanto, la sinrazón de "su propio bando".

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