Veo el mundo entre volutas

IconMi reflexión sobre el mundo a diario (o casi). Menos para el público y más para mí mismo.

"Bea la Fea" o "la Cenicienta" moderna

"Yo soy Bea llega a uno de sus momentos cruciales. La inocente Bea pasará hoy, a las 17:00 horas en Telecinco, su primera noche de pasión con don Álvaro, su amor platónico desde que llegó a ‘Bulevar 21’. “Lo que ocurre esa noche hace que el mundo de Bea resplandezca de repente. Todo le dará igual al experimentar una nueva fuerza y se sentirá más unida que nunca al gran amor de su vida”, admite Ruth Núñez, que interpreta a Bea."

Más, aquí.

Además -añado-, parece que esa serie consigue récords de audiencia para el horario en que se emite y, por si todo esto no fuera poco, en la guerra de "originalidad televisiva" en que estamos hoy en día, Cuatro "amenaza" con emitir la version yanqui de esta serie, que, no olvidemos, sería la tercera versión de la misma historia, que empezó ya hará 4-5 años en Antena 3 (Betty la Fea) siguió en Tele 5 con la serie que nos ocupa, versión española de la anterior, y... en fin, que si alguien no lo remedia, seguro que el tema se eterniza en forma de versiones en catalán, gallego, euskera y bable...

Dejando de lado la penosa falta de originalidad de los programadores de televisión que repiten cualquier temática, por interesante o por coñazo que sea, hasta convertirla en algo peor que bazofia, está, el tema en sí, el tipo de "valores edificantes" que plantean. Valores que, no sé, como que no me sugieren nada particularmente edificante, especialmente en lo que se refieren a las relaciones hombre-mujer (y viceversa).

En alguna ocasión he escrito sobre House, esa serie de médicos "superhéroes" que atraen los casos más raros (raros no, rarísimos), que puedan haber en todo el mundo mundial y en ellos, como "maestro de ceremonias" un tipo, un tal Gregory House, un tipo normaltirandoafeo-engreído-chulo-prepotente-carente de escrúpulos-que no duda en aprovecharse de los amigos, y si estos van a prisión, que se jodan (en suma, un capullo)... pero un genio médico, y alguien en el que si buscas, buscas, buscas, acabas encontrando un lado humano, lado que sólo la "supersensible" y bella doctora Cameron (pequeña diferencia con Bea), la única fémina del grupo, eterna y platónicamente enamorada del "engendro", el cual no duda en maltratarla psicológicamente, está dispuesta a ver. Yo no sé si la relación entre estos dos constituye una apología del maltrato o más bien de una (¿sana?) relación masoquista...

Con series tipo "Yo soy Bea" este tipo de relaciones que se muestran en House, dan una nueva vuelta de tuerca porque si bien en House, el "engendro" es un genio médico (salvo una "cagadilla" que comete, de vez en cuando), en "Yo soy Bea", el engendro (figuradamente, el enamorado de Bea) es un niño guapito-pijo-chulillo-más cenutrio que nadie pero con la neurona suficiente como para poder aprovecharse descaradamente de la inteligencia de Bea (aquí sólo hay una superheroína), al tiempo que hace "pasta por un tubo" y se "cepilla" a las tías más buenas (con perdón por la expresión). En medio de este panorama, Bea sólo añora el momento en que "el cenutrio" vea su interior, su inteligencia, su bondad, su... todo, por encima de su apariencia exterior... y no duda en tolerar siempre todo tipo de puteos, de compañeros, del propio "engendro", de la ex del "engendro", de la amiga de la ex del "engendro", en una seráfica actitud, digna del cielo... Bien, hoy parece que el "noble" objetivo será completado, con el benéplacito de los espectadores y una segura audiencia récord.

¿Este es el tipo de "modelos" que nos agradan o con que nos sentimos identificados?. Si esto es así, quizás tenía razón Ana Botella, en su afirmación "feminista", cuando dijo "La Cenicienta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar, busca consuelo en el recuerdo de su madre (Ana Botella. Presentación de su libro 'Érase una vez...los mejores cuentos infantiles comentados', 2001)". Y si eso vale para las mujeres, entonces, no quiero ni pensar en el lugar en el que quedamos los hombres.

 
 
 
 

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