Veo el mundo entre volutas

IconMi reflexión sobre el mundo a diario (o casi). Menos para el público y más para mí mismo.

Soy antitaurino, ¿vale?

Como muchos de mi generación, cuando éramos pequeños nos tocaba pasar por la visión del “espectáculo” de los toros en la tele “única” de la época. En aquella época todavía vivían al menos dos generaciones anteriores a la nuestra y en la época de nuestros mayores, ése era “el espectáculo”. Por otra parte, el régimen ya lo sabía, “pan y toros” y luego, quizás, para la generación de nuestros padres se añadía lo del fútbol. En la ciudad, afortunadamente, no había la cultura pueblerina de que “los niños se han de hacer mayores viendo sangre”, por ejemplo, la de los toros. Por ello, no me aficioné al tema, aunque tampoco, dado que lo había visto en mi casa, me repugnaba especialmente. Lo toleraba. Era pequeño y, lógicamente influenciable. Con el paso de los años, cuando se instauró la democracia, ya no se veían tantos toros en la tele. De hecho, se instauró la democracia y cada vez hubo más canales de televisión. En ellos, los “espectáculos” han ido siendo otros (léase “telebasura”). El caso es que en una época en que los toros ya no tenían la difusión que habían tenido tiempo atrás, gracias al poder mediático de la televisión, y también porque se asociaban al antiguo régimen, habían ido siendo relegados a un segundo, tercer o hasta cuarto plano de ocio. La difusión de las historias del corazón, en este caso de los toreros, junto con una defensa del tema, gracias a que unos cuantos artistas y escritores, en momentos particularmente etílicos (pienso en los no sesgados por haber sido artistas oficiales franquistas, como Picasso o Hemingway) volvía a poner de moda el tema. Por otra parte, las nuevas ideas ecologistas y la concienciacion creciente en que no hay que “putear” al animal más allá de lo necesario, todo ello mezclado con ideas de que “este es el espectáculo español frente a los más nobles espectáculos de nuestra tierra” han supuesto poner el tema de los toros en el debate de si toros sí o toros no.

Me pondré en plan catalán, lo que soy, aunque no en plan, “este espectáculo no sólo es feo sino que ni siquiera es catalán” sino en el sentido del seny que nos caracteriza. Con mis años de vida puedo decir que ciertamente lo primero, ver sufrir, ver “sangrar” a un animal en público, verlo mugir de dolor, etc... es algo realmente feo y nada edificante. Lo segundo, en cambio, es falso. Toros han habido en Catalunya desde bastantes siglos antes de que se empezara a plantear este debate. Ahora bien, la “cultura de la sangre” para nada toca en los tiempos que vivimos. Estrictamente, ni quiero ver ese "espectáculo", por decirlo de alguna manera, ni quiero participar en él, ni tampoco quiero que se permita a menores ser espectadores del mismo. No quiero que con mi dinero se subvencionen este tipo de espectáculos, ya me atreveré a decir, “salvajes”. Para nada quiero ser partícipe, ¡¡faltaría más!!l, ¡y no lo quiero ni en Catalunya, ni quiero que en el resto de España se haga con nuestros dineros!

 
 
 
 

Publicar un comentario 2 volutas:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. Poco más que añadir, tan solo la observación de que al parecer los españoles venimos subvencionando el espectáculo en cuestión con alrededor de unos 48 euros por barba. Abogo por la objeción fiscal en este tema tan poco edificante y tan poco "culturizante".

12:12 a. m.

Joana dijo...

Yo también!!
Me tomo "prestada" la imagen para mi blog.
De acuerdo 100% contigo.
Un petonet.

8:28 a. m.

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