La felicidad es un objetivo fundamental en la existencia humana, a tal punto que la OMS (Organización Mundial de la Salud) está enfatizando a este elemento como esencial en la salud . La felicidad se determina como un conjunto complejo de factores voluntarios e involuntarios. La investigación en temas tan diferentes como la medicina, la economía, la psicología, neurociencias y biología evolutiva ha identificado un amplio grupo de estímulos a esta felicidad (o infelicidad), incluyendo ganancias en la lotería, elecciones, salarios, pérdidas de trabajo, desigualdades socioeconómicas, divorcios, enfermedades, genética, etc… Todos estos estudios no se habían dirigido hasta el momento a un posible elemento clave: la felicidad de los otros.
Los estados emocionales pueden ser transferidos directamente de un individuo a otro, por mimetismo y “contagio emocional”, quizás al copiar acciones corporales emocionalmente relevantes, en particular las expresiones faciales vistas en otros. Las personas podemos “cazar” estados emocionales que observamos en otros en períodos de tiempo que pueden durar desde segundos a semanas. No obstante, aunque existe evidencia de que ciertas emociones pueden expandirse en períodos de tiempo cortos de persona a persona, hasta hace poco se conocía relativamente poco del papel de las redes sociales (no hablo de Internet) en la felicidad, o si esta felicidad puede expandirse por una serie compleja de mecanismos, durante más largos períodos o hasta qué dimensión de las redes sociales.
El objetivo principal de un estudio recientemente publicado en la revista British Medical Journal sobre la cohorte longitudinal del estudio Framingham, un estudio de seguimiento de más de 5.000 personas y sus descendientes que se inició en 1948, se planteó bajo estas premisas, incidiendo entre otras, si la expansión de la felicidad pertenece no sólo a las relaciones directas (amigos, pareja, familia) sino también indirectas (tales como amigos de nuestros amigos) y si existen condicionantes geográficos o temporales en esta expansión.
El estudio en cuestión incluyó 4739 participantes de la citada cohorte Framingham, seguidos desde 1983 hasta 2003. La felicidad fue medida con un cuestionario validado que incluía componentes “sociales”.
Los resultados han demostrado que las agrupaciones de “personas felices” o “infelices” son claramente visibles en la red y la relación entre la felicidad de las personas se extiende hasta los tres grados de separación (por ejemplo, hasta los amigos de los amigos de un amigo). Las personas “rodeadas” de muchas personas felices y aquéllos que ocupan el centro de la red, tienen más probabilidades de seguir siendo felices en el futuro. Más aún, los modelos estadísticos longitudinales del estudio sugieren que los grupos de “individuos felices” son consecuencia de la expansión de la felicidad y no sólo una tendencia para las personas asociadas a tales individuos. Un amigo que vive a una distancia de poco más de 1 km nuestro, que sea feliz, aumenta la probabilidad de que lo seamos en un 25%. Efectos similares se dan en las parejas que conviven (8%), hermanos (14%), y los vecinos de al lado (34%). Estos efectos no se dan, en cambio entre compañeros de trabajo y el efecto, además cae con el tiempo y la separación geográfica.
Las conclusiones están claras, nuestra felicidad depende de la de aquellos con los que estemos conectados. La felicidad es un fenómeno colectivo y no tanto, individual. La felicidad, difícilmente la podemos encontrar en el trabajo o si vivimos aislados.
domingo, marzo 01, 2009
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sociologia
Fumado por
Pipero
12:43 a. m.
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Me gustó el post. Tiene razón el artículo. Hay quien habla de energía positiva y negativa. Éstas obviamente se transmiten a las personas que tenemos alrededor. E incluso una puede llegar a "comerse" a la otra. Es cuando se suele decir: Me está absoviendo la energía.
Pero no estoy de acuerdo en el hecho de que en el trabajo no se pueda transmitir esa felicidad. Una sonrisa se puede regalar a cualquiera en cualquier momento. No cuesta nada y puede aligerar el corazón de otros. No bien dicen: "sonríe siempre, nunca sabes quien pueda necesitar de tu sonrisa".
Un besote y una sonrisa, Pipero. ;P
Andromeda
10:58 a. m.