Día de principios de agosto en Islandia = Lluvia. Lluvia, no llovizna, lluvia, y una lluvia que no nos abandonaría hasta finalizar estos días "árticos". En primer lugar a la salida del albergue de Landmannalaugar, por cierto un albergue muy grande, pero bastante indeseable por la falta de luz eléctrica (no sé si la avería era habitual, pero por las notas dejadas en el libro de visitas por algún español, parece que semanas antes los problemas ya existían), la separación de los edificios de dormitorio de las duchas, de los lavabos, etc... (eso hace que si tienes que utilizarlos tengas que pasar necesariamente bajo la lluvia), etc...
En el límite oriental de Landmannalaugar se abre Eldgjá, un valle de 200 m de profundidad por 600 de anchura el cual es en realidad una enorme fisura volcánica que cuenta con más de 40 km de longitud. Esta fisura tuvo gran actividad hace mil años, en la época de la colonización vikinga pero en la actualidad lo más notorio de las mismas son las grandes coladas de lava con una extensión superior a los 700 km2 que se abren a ambos lados de la falla y... cascadas como Ofaerufoss, provocadas por la acción erosiva del agua glaciar del río Nydri Ófaera sobre este "abonado" campo magmático.
Bonitos y espectaculares paisajes, pero con lluvia, mojadina y sensación de frío pegados al cuerpo, una sensación que te hace casi desear reencontrarte con "los calores de Barcelona". Eso a principios de agosto, no quiero ni pensar lo que sería un mes, dos meses después o incluso en invierno...
Vik, que no Vich, ni Vic, es la población más meridional de Islandia y aunque está situada junto a la costa, curiosamente no posee puerto, razón por la cual sus poco más de 500 habitantes se dedican más al comercio y a sus granjas, que otra cosa. Cerca de esta zona de la costa se encuentra Reynisdrangur, un conjunto de tres grandes rocas de aspecto monolítico que surgen frente al acantilado basáltico de Reynisfjall. Es a este lugar donde nos dirigimos, en medio de una llovizna no tan fuerte como durante el día pero con un intenso viento, como puede verse y sentirse en el video. Ahí nos dirigimos con la idea de poder ver nidos de frailecillos en los farallones. La casualidad fue que al final incluso le salvamos la vida a uno de ellos...
Tras dejar la cría de frailecillo en una granja, donde prometieron cuidarlo y soltarlo en unos días (ignoro si no harían una paella con él...) acabamos el día en la catarata Skógafoss, una caída de 60 m de agua en medio de una llovizna y viento ya definitivamente intensos, que hicieron que servidor, pasara de acercarse más de lo que se muestra en el vídeo.
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