Veo el mundo entre volutas

IconMi reflexión sobre el mundo a diario (o casi). Menos para el público y más para mí mismo.

Mi historia del apagón (una historia que nunca explicará Woody Allen)

Este lunes empezaba como cualquier lunes, un día de "tomarselo con filosofía": comienzas la semana y no hay otro remedio, sobre todo cuando te toca hacer "trabajo extra" por un compañero que está de vacaciones, aún así intentas planteártelo con tranquilidad pues... sólo quedan dos semanitas para las vacaciones (propias)... El trabajo está ubicado en el barrio de Gràcia, en la "vila de Gràcia" no en el más pijo Eixample esquerra. El trabajo no lo tengo muy lejos de mi casa, cerca del Hospital de Sant Pau, a unos 15-20 minutos de caminata. Era un día que comenzaba caluroso, en un mes de Julio que había sido relativamente "fresco" (al menos en relación a los últimos meses de julio)...

La oficina es pequeña, somos cuatro trabajadores. Una está de baja por maternidad, otro está de vacaciones, y los otros dos vamos y cumplimos un horario mínimo de 8 horas y máximo de... ¿12?, ¿14?... Yo, al vivir más cerca, llego el primero, enciendo el aire acondicionado, cambio las cintas de backup del servidor, me pongo en mi puesto, contesto e-mails, reviso mi agenda e inicio mis tareas habituales (y las no habituales cuando falta alguien). Este lunes, poco después de cambiar la cinta de backup, allá hacia las 10:30 de la mañana, en pleno proceso de lectura tuvimos un corte de luz. Cuando notas algo así lo primero que piensas es que ... "claro!, con el consumo de aire acondicionado 'a todo trapo' por parte de todos, es lo normal". El caso es que bajé a la calle, como todos los del edificio de oficinas donde está ubicada la mía. Al principio bromeábamos sobre... "esto será que las obras del AVE se han cargado algo", luego alguien dijo, "pues el corte llega hasta la calle Valencia", luego, yo mismo, en tareas "de secretaria" (llevando cartas a correos) pude comprobar que el corte, no sólo llegaba hasta la calle Valencia (unas 5 travesías más al sur de mi oficina) sino que, alcanzaba unas 12 hacia el noroeste. En ese perímetro, todo eran tiendas de todo tipo sin ningún tipo de fluído eléctrico, semáforos apagados, cajeros automáticos con clientes protestando porque sus tarjetas se habían "quedado dentro" y camiones de bomberos sonando en todas direcciones (luego sabría que iban a rescatar a varias decenas sino centenares de personas que se habían quedado atrapadas en ascensores).

En Correos, un servicio público, en principio "estratégico", estaban sin luz, con lo cual no pude enviar lo que pensaba enviar. Con lo no enviado y con el calor y la inquietud crecientes, volví a mi oficina a ver si había cambiado la situación. En el camino, por varias llamadas de móvil (en las zonas donde quedaba algo de cobertura, algo extraño pues en las primeras horas, más de un centenar de antenas quedaron inutilizadas durante horas) supe que algunos de mis colaboradores habían quedado atrapados en el metro o en los Ferrocarrils de la Generalitat. Mal augurio de lo que pudiera encontrarme al llegar a la oficina.

En la oficina pude comprobar que, efectivamente, no se podía hacer nada: sin luz, los ordenadores inservibles, el SAI que había funcionado "de puta pena" pues se había cortado la energía del servidor sin que el SAI hubiera hecho nada para "salvarlo". Llamé a algunos clientes para que me disculparan por una "causa de fuerza mayor" y me fui para casa.

Llegar a casa fue todo un panorama. En autobús, por el aire acondicionado gracias a la energía proporcionada por la combustión de butano, llegué a mi casa después de no atravesar ni un solo cruce con semáforos en funcionamiento. Mal augurio de lo que me podía encontrar en casa.

En casa, efectivamente, no había más luz que la natural, y había más calor, si cabe que el del exterior. Durante todo este tiempo había hablado repetidamente con mi hermana, trabajadora de Telefónica. Allá, aparentemente no había habido problemas (mal asunto si incluso allá llega a haber). Pero nuestras respectivas viviendas no son ni Telefónica ni una gran compañía y en nuestras respectivas, hay "respectivas neveras" que ya habían estado durante unas 5 horas sin energía. La consigna era: "no abrir la nevera hasta que no fuera necesario"... Así fuimos aguantando mientras nos íbamos enterando de la magnitud del desastre incluyendo grandes hospitales suspendiendo operaciones y con energía en precario en uno de los días más calurosos del verando.

Y las horas fueron pasando y llegó la noche, sin tele, sin música, como máximo con transistores, con los alimentos pudriéndose en las "respectivas neveras" y sentados en el balcón, mirando la oscura calle, participando en la primera cacerolada, oyendo a parejas fogosas que aprovechaban la ocasión (¿no hemos oído todos lo del 'baby boom' después del apagón de Nueva York?), oyendo a los políticos y sus "políticamente correctas quejas", no oyendo para nada a responsables reales de ENDESA ni de REE, de aquellos que durante meses han estado haciendo beneficios a cuesta de todos (incluyendo aquellos ancianos que con el apagón no han podido bajar a la calle en 3 días y han visto como los alimentos de sus neveras se iban pudriendo sin remedio), o que han renegado de que esta compañía (ENDESA) pasara a manos de una potencia "extranjera" (Catalunya) y han alegado persecuciones políticas... no oímos a ninguno de estos...

Y pasó otra día..., otra noche..., y otro día... días en los cuales mi ciudad se ha poblado de grupos electrógenos que ensordecen de noche y apestan día y noche, de cables, de zanjas, de cabreo, de nuevos cortes de luz en las casas que la habían recuperado (o en los restaurantes o los mercados) porque... "había que dar más fluído a los cañones de luz de la Sagrada Família", de unas administraciones que no han sido capaces de afrontar decididamente el problema (¿¿¿quizás es que ENDESA es una compañía privada???) y sobre todo que esperan que los afectados, dándoles, eso sí, toda su ayuda, planteen reclamaciones a una todopoderosa compañía con un batallón de abogados dispuestos a cubrirles las espaldas (en lugar de reclamar "de oficio" y en nombre de los centenares de miles de afectados). Ahora toca ir recuperándose. Todos se echarán las culpas (cuando TODOS HARÍAN EXACTAMENTE LO MISMO, O SEA, NADA) pero quien sufrirá será el de siempre, y en el tiempo, lo que quedará es que, "los catalanes siempre se quejan cuando tienen lo mejor".

... y la historia no ha acabado...

¿Explicará algo así Woody Allen?... Creo que no, para algo "lo subvencionan como lo subvencionan".
(fotos de "El Periódico")

 
 
 
 

Publicar un comentario 2 volutas:

Anónimo dijo...

Hello pipero, desde los Madriles, concretamente desde una villa que conoces y que abandonaré en 3 días, me solidarizo contigo por lo del apagón y TOTALMENTE DE ACUERDO CON LO QUE COMENTAS; "todos harían lo mismmo". La mare que els va parir ....

Nos vemos

10:57 a. m.

Pipero dijo...

Nos vemos... en las caipis??? JEJE

11:46 a. m.

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