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Mi viaje a Islandia-3: Por el infierno

Una tierra bella, una tierra salvaje, una tierra helada y una tierra tremendamente caliente, hizo creer en la Edad Media que la entrada al infierno estaba en Islandia, concretamente al Sur, en el "monte flamígero" llamado Hekla, un cono de explosión que arroja coladas de lava con gran frecuencia desde hace miles de años. Aún así es posible tener dudas de... si existe infierno (primera duda) y si la entrada está realmente al Sur. Al norte, por ejemplo, en las inmediaciones del Lago Myvátn, al final de la pista de Kjölur, hay algo que haría dudar al mismísimo diablo. Se trata de las colinas de Námafjall debajo de las cuales cruza la dorsal oceánica que separa las placas tectónicas americana y eurasiática. Aquí emergen grandes grietas y fisuras por las que surgen grandes cantidades de sulfuros en forma de fumarolas, sulfataras además de existir una notable actividad del cercano cráter de fisura Krafla con dos erupciones importantes en los últimos 35 años.

Los islandeses, que no son tontos, han aprendido a aprovechar esta tremenda energía que yace bajo el subsuelo y han instalado otra de sus centrales geotérmicas como la que hay en la Laguna Azul (puede verse en el vídeo que sigue). Esta central (Kröflustöd) está muy cerca de las dos manifestaciones recientes del Krafla, concretamente el campo de lava de la explosión de 1975, una lava pardusca y que ya ha comenzado a ser colonizada por musgos y líquenes y la de 1984, un campo absolutamente negro, todavía humeante, y que está a una temperatura suficiente como para fundir la suela de nuestro calzado si no vamos bien equipados. Entre ambos campos pueden verse las manifestaciones en forma de sulfataras de Leirnjükur en una vaguada entre grandes colinas de toda la gama de ocres habidos y por haber (por desgracia el día del trekking el tiempo no era bueno, con lo cual no pudo contrastarse esta gama de tonalidades con un azul en el cielo, algo que hubiera quedado de lo más fotogénico... pero bueno, podemos imaginarlo, ¿no?).



Después de la caminata, con una botas que han soportado bien el calor bajo las mismas pero no tanto la acumulación de barro, toca "pasearse" un ratito por el sector de Hveraröno que forma parte de la misma planície anterior (Nämaskard). Aquí puede verse una gran concentración de actividad telúrica: pozas de barro hirviente, fumarolas, manantiales en ebullición, etc... en una serie de senderos flanqueados por postes y cordones que nos recuerdan que ni se nos ocurra salirnos del camino. El motivo es muy evidente: el suelo no es firme fuera de los senderos, aunque ni siquiera es seguro que con el tiempo, los senderos lo sean. Si nos aventuramos a salir será bajo nuestra cuenta y riesgo, al igual que si por el afán de filmar o fotografiar una poza nos aproximamos demasiado a cualquiera de ellas: si nos salpica agua hirviente nos podemos escaldar, pero si nos salpica barro hirviente... Ejem!!, aquello no hay quien lo apague!! Aparte de ello, y de la densidad y olor de los vapores que emanan de todos lados, el panorama es espectacular.




Acabamos la jornada con un paseo entre las brumas y la llovizna en el cercano cráter de explosión Viti ("Infierno"), un cráter formado con anterioridad a todas las manifestaciones recientes del Krafla. Un cráter de 320 m de diámetro muy suavizado por efecto de la erosión y con un oscuro lago en su interior, al que nadie en su sano juicio aconsejaría acercarse para pegarse un baño (bajada peligrosa, aguas cargadas de metales y posible presencia de algas de inciertos efectos sobre el bañista).

 
 
 
 

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