Veo el mundo entre volutas

IconMi reflexión sobre el mundo a diario (o casi). Menos para el público y más para mí mismo.

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Alphonse Mucha (1860-1939)

 
 

El cementerio judío de Praga

Como cada año, un pequeño paseo por un cementerio en día de "Todos los Santos" (o en el de difuntos). En esta ocasión, mi reciente viaje a Praga me permitió "viajar en el tiempo" para poder contemplar el imponente, romántico, melancólico, fúnebre (cómo no), cementerio del antiguo guetto judío de Praga.


Es aquel cementerio que al no poder crecer más, pues los propietarios cristianos de terrenos colindantes, no estaban dispuestos a vendérselos a sus vecinos judíos, tuvo que "replegarse sobre sí mismo" (por decirlo de alguna manera) y, para aprovechar al máximo el terreno, durante los 300 años en que estuvo en funcionamiento se amontonaron unas tumbas sobre otras, creando una auténtica montaña con más de 100.000 restos humanos. A esto también contribuye el hecho de que los judíos no pueden mover los restos que entierran del lugar donde fueron enterrados.

Es aquel cementerio en el que reposan algunos judíos ilustres de la Praga judía, como aquel rabino Loew, apodado "el Maharal", una especie de sabio y gurú de los judíos de la época que aparte de sus conocimientos de la Torah, atesoraba profundos conocimientos de la Kabbalah y que, según dice la leyenda, insufló vida al Golem, un monstruo hecho de barro predecesor del monstruo de Frankenstein, dirigido a defender a los judíos del ghetto de los desmanes cristianos. Sobre este tema existe no sólo literatura sino cine, particularmente de la época expresionista alemana.


Es aquel cementerio que Hitler quiso conservar, junto con las sinagogas que lo circundan, como testimonio de un pueblo que nunca debió existir (algo así como un museo de los horrores para las maniqueas y manipuladas mentes germánicas de la época).

Es, finalmente, aquel cementerio que constituye un lugar de culto para los judíos de todo el mundo, los cuales siguen al pie de la letra la tradición de dejar piedras (en vez de flores) en las tumbas de sus seres queridos (o los personajes "distinguidos).

 
 

Música checa - 2

Y, ¡cómo no!, el Moldava, de Bedrich Smetana, acompañado de imágenes de la "bella Praga".

 
 

Música checa - 1

Algo que me llamó la atención en mi reciente viaje a Praga, aunque no sé exactamente por qué, fue el ver una ciudad tan "entregada" a lo cultural, y concretamente a la música clásica. Existen decenas de iglesias católicas de origen, aunque con poco culto actual, en las cuales cada día se organizan conciertos de lo más diverso, desde Bach, Haendel, Vivaldi y Mozart, hasta los compositores nacionales (y nacionalistas) Dvorak y Smetana. Allá puedes no sólo ver escenarios poco transformados en los que vivió y trabajó Mozart sino que oyes sonar, por ejemplo, uno de los órganos que Amadeus utilizó en la iglesia de San Francisco de Asís, al lado mismo del puente más famoso de Praga, el puente de Carlos. Allá mismo, muy cerca, está la casa donde nació Dvorak. Una pequeña muestra de su pieza más conocida, el cuarto movimiento de la Sinfonía nº9, "el Nuevo Mundo", en versión de la Filarmónica de Berlín dirigida por Karajan.

 
 

Volviendo de Praga

Ha sido corto, muy corto, ... pero intenso.

Bella, fría en apariencia, de noches "cálidas" (con un subsuelo de lo más canalla), histórica, religiosa en lo cristiano y en lo judío pero que se define como "agnóstica", culturalmente más que rica, contaminada (el Moldava lo está y bastante), cervecera... la que más!!. Una ciudad con contrastes y más que recomendable para todos aquellos que, como yo mismo, nos podemos definir como "urbanitas". Pronto iré explicando algunas cosas...

 
 

De puente en Praga

 
 

En una semana, ¡aquí!

¡PRAGA!